Madeira


Sobrevolar Madeira y aterrizar en ella ya es una aventura, por su corta pista de aeropuerto que te deja un poco sin respiración.

Pero una vez en tierra, mi primera recomendación para recorrer Madeira es que alquiléis un coche en condiciones. Me explico, yo suelo escoger un coche de lo más económico, pequeño y sencillo. El problema aquí es que este tipo de coches suelen tener un motor pequeño, el problema es que la isla de Madeira es todo cuestas, pero cuestas con desniveles del 10 y el 15 %, con lo que te ves obligado a conducir forzando el motor y en bajada quemando los frenos. Por eso, esta es mi primera recomendación, mejor gastarse un poco más en el coche y viajar tranquilos. La segunda es que os arméis de paciencia en la recogida del coche en el aeropuerto, porque parece ser que no tienen prisa y estuvimos una hora y media para poder salir de allí y empezar nuestras vacaciones. Nosotros alquilamos con la compañía Guerin, con la cual no volveré a contratar si puedo evitarlo. Después de este consejillo que creo que era imprescindible, os cuento nuestro viaje-aventura al lugar  más verde y con más diversidad de vegetación que he visto hasta ahora.

Mapa de Madeira
Volamos con vueling desde Barcelona con una oferta irresistible. Nuestro alojamiento estaba en el centro de Funchal, era la casa de Pedro en airbnb. Muy bien situada, con lugar para aparcar en las calles colindantes, el anfitrión amable, con buenos consejos y a buen precio, incluyendo el desayuno.


El primer día nos propusimos hacer una ruta por el este de la isla, desde Funchal, que es la capital, nos dirigimos al oeste por la costa hacia un pueblecito portuario “Camara de lobos”, allí dimos un paseo y subimos a un pequeño parque desde el que había muy buenas vistas.















Cabo Guirao
Nos dirigimos a Cabo Guirao donde se encuentra el acantilado más alto de Europa y el segundo del mundo. La verdad es que impresiona, pero para mi gusto, sobra el balconcito de cristal que han hecho, porque no te deja disfrutar de la altura, ni tomar buenas fotos. Aún así creo que es imprescindible acercarse a mirarlo y es gratis, todo un lujo.






Seguimos la ruta hacia Ribeira Brava y desde allí subimos hacia el norte, hasta Sao Vicente, donde hay unas cuevas muy interesantes, la entrada cuesta 8 euros, incluye la visita guiada, os las recomiendo, a pesar de que al principio me parecía un poco timo, porque nos metieron a ver un vídeo en el centro de volcanismo y una especie de película en 3D bastante cutre, pero la visita a la cueva valió la pena. Madeira se formó a partir de erupciones volcánicas emergentes del océano, parece que tiene una altitud de unos 5000 metros, aunque la mayoría están sumergidos. Pero la verdad es que ver esas cuevas te hace pensar en lo que debe haber allí abajo.

Cuevas de Sao Vicente
Después de la visita a las cuevas, seguimos nuestra ruta en coche hacia Santana, que es famosa por las típicas “casinhas”  de campo. Pero lo verdaderamente bonito lo encontramos al seguir hacia arriba dirección Pico Ruivo, una carretera entre bosques que desprendían un olor a naturaleza que en pocos lugares puedes percibir.


Pico Ruivo











Curvas y más curvas eso sí, pero al llegar al parking, dejamos el coche y emprendimos una pequeña excursión hacia la cima. El cartel marcaba 2,8 km y así eran, pero era una cima, así que eran pocos km, pero un poco duritos. Valió la pena porque en la cima hay unas vistas espectaculares, si las nubes te lo permiten puedes ver la isla 360 grados y si no, pues ves un manto de nubes y montañas que surgen entre ellas, y el océano, fantástico.

Pico Ruivo

Al haber empezado tarde a caminar el sol se puso mientras bajábamos y el atardecer fue muy bonito. Al llegar al coche ya de noche la carretera me pareció bastante peligrosa por el desnivel y la vuelta a Funchal se me hizo un poco larga, por eso os hago la recomendación de arriba sobre el coche de alquiler.

El segundo día nos calzamos las botas y nos fuimos a ver las famosas “levadas” que son un sistema de recogida de aguas que hay en toda la isla y por las que se puede caminar. Escogimos la imprescindible levada del Caldeiroao verde y el del infierno. La ruta empieza en el parque natural de Queimadas cerca de Santana, al que se llega por la misma carretera que va a Pico Ruivo.


Fantástica caminata bastante asequible hasta el Caldeirao verde, que es un salto de agua bastante alto. Luego la cosa se pone un poco más dura, sobretodo por un tramo de escaleras que hay bastante largo. Pero vale la pena llegar hasta el final, entre los barrancos de los volcanes y la vegetación de la isla. El camino discurre también por túneles, para los que necesitaréis linterna o frontal porque hay algunos largos y totalmente oscuros. Se camina bien por ellos siempre que estés atento a tu cabeza, y no te des un coscorrón. La vuelta es por el mismo camino. La excursión fue de unos 18km en total y descansamos para comer y tomar fotos, así que el día se nos fue en las montañas.



Cascadas por toda la isla
A la vuelta paramos en Machico a comernos una pizza rica, rica. Por cierto, en Madeira el horario es un poco “guiri” para mi gusto. Si llegas a los sitios a comer cerca de las tres o a cenar sobre las 10, te arriesgas a que la cocina esté cerrada o te miren mal. Hay que adaptarse un poco al horario.

El tercer día nos lo tomamos de relax y buscamos una playa con arena, porque en Madeira predomina la piedra, ya que todo es volcán. La playa de Calheta está hecha con arena traída de Marruecos y Portugal, tiene un espigón que para las olas y evita que se lleven la arena. La verdad es que los que estamos acostumbrados a buenas playas, ésta no es que sea ninguna maravilla, pero para pasar un rato al sol y probar el agua del Atlántico está bien.


Después continuamos la ruta por el oeste de la isla, parando en Punta do pargo, el extremo más occidental, a comer y descansar y a intentar ver ballenas o delfines desde el faro, pero sólo vimos unas bonitas vistas de la costa. La siguiente parada fue Porto Moniz y luego Seixal, donde buscábamos una cascada que cae al mar y si la encontramos, pero para poder hacer una foto hay que buscar un mirador junto a la carretera y bueno, no es que fuera el mejor sitio. También nos dimos un paseíto por Seixal y sus huertos en la montaña, paseíto también para los que tienen las piernas fuertes, porque no veas que panzón de escalones nos dimos. Esta no os la recomiendo a no ser que queráis como nosotros quemar la “Francesinha que nos habíamos comido” (plato típico de Madeira que a mi personalmente no me gustó). Por esta zona hay otras levadas que también tenían buena pinta, pero nos faltó tiempo.




El úĺtimo día aprovechamos para ver la ciudad, subir al teleférico y pasear. Creo que 4 días en Madeira están bien, pero si te gusta el senderismo o el descenso de barrancos, necesitas al menos una semana, para poder disfrutar cada día de esa espectacular naturaleza que tiene esta isla.



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